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Cine de desarraigo: distintas miradas sobre una misma realidad

  • Foto del escritor: Joaquin González
    Joaquin González
  • 25 jun 2024
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 18 jul 2024

El análisis de dos vertientes en torno a un mismo género. Cómo la orientación del argumento puede alterar significativamente la percepción del contenido.


Publicado en Cine que no es poco


El cine de desarraigo fue un género del cine español que precedió a creaciones más abiertas y libres realizadas durante el periodo de la Transición, evolucionando hacia géneros como el cine quiqui o de contracultura. En estas películas, producidas durante los años 50 y 60, proyectan la precaria situación que vivía gran parte de la sociedad española de la época. Títulos como ‘Los Farsantes’ (1963), con Luis Ciges entre su reparto y dirigida por Mario Camus, o ‘Los Golfos’ (1960), opera prima dirigida por Carlos Saura y nominada a la Palma de Oro en el Festival de Cannes, relataban con crudeza un realismo desgarrador.



Con verdadera astucia, conseguían sortear el tijeretazo de la censura y lanzar auténticas críticas sociales. Se exhibían aspectos como el desempleo, la hambruna o la diferencia entre clases; desigualdades que emergían por consecuencia de un régimen represor basado en el despotismo. ‘Los Olvidadados’ (1950), dirigida por Luis Buñuel durante su exilio en México, es otra de las piezas clave de este género. De manera distinta, Buñuel refleja la universalidad de las repercusiones ocasionadas por la explosión demográfica y la formación de las grandes urbes industrializadas, dando lugar a sectores marginales y empobrecidos, donde los más jóvenes eran los más desfavorecidos. El material cinematográfico de estas películas nace de las adversas condiciones de vida que enfrentan sus protagonistas, y como resultado, se presentan temas como la delincuencia, la traición o la violencia, narrados con dureza y merecido dramatismo.     


Por otro lado, hubo directores que abordaron los mismos argumentos desde una perspectiva diferente, aplicando un enfoque más cómico y ridiculizante. Esto se evidencia en títulos como ‘Los Tramposos’ (1959) o ‘Los Económicamente Débiles (1960), ambas dirigidas por Pedro Lazaga y protagonizadas por Tony Leblanc junto a Antonio Ozores, pareja de aventuras en estas historias contadas con una palpable falta de ética. En esta otra corriente, los personajes se presentan risueños, dicharacheros y enérgicos pese a sus desgracias, se utilizan situaciones tristes y desagradables como elementos de humor, fomentando así la insensibilidad de las audiencias ante a las calamidades.



También se pueden observar visiones afines al régimen franquista, como la promoción de la cultura del esfuerzo, propagandas reflejadas en los finales felices que caracterizan estas producciones. Siempre se muestra la capacidad de los personajes para escoger el buen camino y prosperar como ciudadanos respetables, conclusiones que resultan improbables y alejadas de la realidad. Este patrón se repite en la película ‘Los Pedigüeños’ (1961), dirigida por Tony Leblanc, donde unos jóvenes vagos y juerguistas despliegan toda su picaresca para conseguir limosnas en las calles. De igual manera, la película concluye con remordimientos y la reconducción de la vida hacia la conformidad.


El cine, como arte narrativo, refleja las sociedades y sus individuos, sus historias y, al mismo tiempo, sirve como medio para visibilizar y denunciar las injusticias sociales. Sin embargo, también puede ser instrumentalizado para el adoctrinamiento de las masas, un fenómeno que persiste en la actualidad con el fin de perpetuar modelos y estereotipos, así como imponer valores alineados con intereses políticos o económicos. Lamentablemente, donde hay expresión artística también puede haber manipulación y persuasión.                     

                     

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