Migración “circular” y “legal”: eufemismos para explotar

Como cada año, una nueva crisis migratoria golpea las costas de las Islas Canarias y Ceuta. La precaria y peligrosa situación que enfrentan los habitantes del África Subsahariana los empuja a tomar medidas desesperadas, arriesgando sus vidas en el mar. Mientras tanto, los líderes políticos conversan sobre “migración circular” y “comercio bilateral”.

Durante esta semana, el presidente del gobierno, Pedro Sánchez, acompañado de su Ministra de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, Elma Saiz, ha realizado una gira por el continente africano con paradas en Mauritania, Gambia y Senegal. El principal objetivo de esta visita es consolidar relaciones comerciales y fomentar el crecimiento económico en estas regiones a través de fondos provenientes de la UE y el Banco Mundial. Además, la gira busca, sobre todo, mitigar las crisis migratorias que afectan a las costas españolas. Como principal medida, el presidente propondrá acuerdos de migración circular, que incluyen programas de formación y capacitación para que puedan trabajar en España como temporeros, especialmente en el sector agrario. Hasta el momento, un total de 20.515 inmigrantes se han beneficiado de esta iniciativa, según informa El País, pero se espera que muchos más puedan “beneficiarse” de esta medida pionera en Europa, diseñada principalmente para mujeres y jóvenes. Bajo el pretexto de reducir la actividad de las mafias que trafican con inmigrantes en las costas africanas, la migración circular pretende, en palabras de Pedro Sánchez, “fomentar un modelo de inmigración legal y eficaz”.   

Este modelo de migración circular, visto desde otra perspectiva, otorga una pequeña parcela del primer mundo a ciudadanos africanos que subsisten en un entorno hostil. Lo que para algunos representa legalidad, también podría interpretarse como mano de obra barata y desechable. Esto es una nueva manifestación de complacencia y el sentido de superioridad que caracterizaba a los antiguos estados coloniales. La diferencia entre “cristianizar” a unos “pobres salvajes” en los albores del Renacimiento y este perverso paternalismo primermundista es mínima. Esta forma recién acuñada de esclavitud moderna podría acarrear más perjuicios que beneficios, aunque los aureolados mandatarios se jacten de comparar cifras y exhibir sus políticas como buenas acciones.

Pedro Sánchez a su llegada a Mauritania (La Moncloa).

Es fundamental subrayar las consecuencias negativas que pueden generar la migración circular. Aunque el beneficio económico que obtienen las personas migrantes en comparación con los salarios de sus países de origen puede parecer atractivo, esta propuesta no mejora significativamente su calidad de vida. En el ámbito social, quienes participan en estos programas de trabajo temporal se encuentran en situación de vulnerabilidad, expuestos a una serie de adversidades que, desde el inicio, pueden afectar a su bienestar personal, familiar y comunitario.

La migración circular conlleva un desarraigo social significativo, ya que el abandono de sus comunidades de origen impacta negativamente en el entorno del que provienen. Los migrantes circulares se ven obligados a dejar atrás a sus familias durante largos periodos, lo que afecta profundamente las dinámicas familiares y puede conducir a la desintegración del núcleo familiar. Además, su vida social en los países de destino se ve obstaculizada por barreras idiomáticas, choques culturales y el racismo sistémico presente en las sociedades occidentales. La falta de espacios seguros para la integración social en las comunidades locales da lugar a la formación de comunidades aisladas de migrantes. Asimismo, los migrantes circulares son especialmente vulnerables a la explotación laboral, lo que dificulta aún más su integración.  

Trabajadores agrícolas en la recogida de la fresa en Huelva (InfoLibre).

En el aspecto psicológico, los migrantes circulares están expuestos a trastornos mentales como el estrés, la ansiedad o la depresión. La inestabilidad de no contar con un hogar fijo, la pérdida del sentido de pertenencia y la incertidumbre asociada a estas condiciones laborales agravan estos padecimientos. La ausencia de una red de apoyo emocional que cuide la salud mental de los trabajadores temporales migrantes es una de las principales causas de desintegración y aislamiento. A menudo, los temporeros son vistos por los empresarios del sector agrario como mano de obra barata, sin que exista empatía o compromiso en proveerles las necesidades básicas que sirvan para fomentar la cohesión social, necesidades que, en contraste, los trabajadores nacionales suelen satisfacer fuera del entorno laboral. Debido a su condición, los migrantes no tienen acceso a estos entornos. En resumen, la migración circular no promueve la igualdad ni la inclusividad. Sería más adecuado revisar el sistema de producción y consumo capitalista en lugar de alimentarlo con vidas humanas, aprovechándose de su vulnerabilidad.

Mujeres africanas cuidando de sus hijos durante su jornada de trabajo en Zimbabwe (Mundukide C.C.)

La situación del continente africano es extremadamente compleja: regímenes autoritarios, escasez de recursos e infraestructura, conflictos bélicos, crisis climáticas, entre otros problemas de gran envergadura y difícil solución. Sin embargo, los países desarrollados han desempeñado un papel significativo en la configuración de la situación actual de África, lo que genera una obligación moral de devolver a las comunidades africanas lo que se les arrebató en el pasado.

Los países desarrollados podrían comenzar por fortalecer las instituciones democráticas en África, proporcionando bienes y recursos a cambio únicamente del cumplimiento de sus constituciones y la garantía de un sistema judicial independiente. Otro de los grandes desafíos que enfrenta África es la lucha contra los movimientos radicales fundamentalistas y el terrorismo que estos generan, así como las frecuentes insurgencias militares que imponen regímenes dictatoriales sobre la población, situaciones de las que las superpotencias económicas suelen beneficiarse. La seguridad, el reconocimiento de derechos, la libertad de expresión y la provisión de servicios sociales esenciales, como sanidad o educación, son las verdaderas preocupaciones a las que los estados ricos deberían prestar atención y denunciar. Estos son pilares fundamentales para garantizar un mínimo de salud y bienestar.

 Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Programa Mundial de Alimentos (WFP), se estimó en 2023 que alrededor de 282 millones de personas en África sufren de desnutrición, con algunas regiones como el Cuerno de África y el Sahel, enfrentando niveles de inseguridad alimentaria críticos. La combinación de sequías, conflictos y crisis económicas ha dejado a millones de personas en riesgo de hambruna.          

Los acuerdos bilaterales suelen beneficiar principalmente a los privilegiados que los negocian desde sus despachos, mientras es la clase obrera quien enfrenta los mayores sacrificios. Aunque la migración circular podría generar una transferencia de divisas que impulse el crecimiento de las economías de los estados africanos involucrados, hay un costo oculto que no es asumido por los líderes que promueven estas propuestas.            

Cruzar el mar para presentar a una solicitud

Cayuco llegando a las costas de las Islas Canarias (Agencia EFE).

 La inestabilidad política, la corrupción, el terrorismo y las crisis sanitarias y medioambientales, que dificultan cada vez más el acceso al agua potable, son algunas de las razones de peso por las que más de 29.000 personas migrantes han cruzado el mar hacia las costas españolas en lo que va de año. De estos, el 74% ha llegado a las Islas Canarias, según datos de Rtve.es. La mayoría procede de regiones del África Subsahariana (Mauritania, Senegal, Mali, Níger o Guinea), donde la renta per cápita no supera los 1.500 USD anuales, en contraste con los 29.600 USD de los ciudadanos españoles, según el Fondo Monetario Internacional (FMI). El coste de un lugar en un cayuco suele oscilar entre 1.000 y 2.000 euros, lo que refleja no solo la magnitud del esfuerzo económico realizado, sino también la desesperación que sienten estas personas en sus países de origen, al punto de lanzarse a una muerte casi segura en el mar.

Las políticas migratorias, establecidas mediante tratados internacionales, leyes estatales y directivas de la UE como la Convención de Ginebra de 1949, la Ley 12/2009 Reguladora del Derecho de Asilo y la Protección Subsidiaria o el Reglamento de Dublín III, dictan protocolos y medidas que garantizan ciertos derechos y libertades a los migrantes procedentes de regiones en conflicto. Sin embargo, estos derechos están sujetos a un complejo proceso burocrático que incluye solicitudes, entrevistas, aporte de documentación verificable y otros trámites que a menudo solo aumentan el desánimo.

Voluntarios de Cruz Roja asistiendo a migrante africano en las Islas Canarias (Agencia EFE).

Una vez que las personas migrantes logran llegar a su destino, los Centros de Acogida y Primeros Auxilios se encargan de brindar asistencia, realizar el registro y gestionar las solicitudes de asilo y protección. Desde 2018, de los aproximadamente 250.000 inmigrantes irregulares que han llegado a España, 69.000 han sido repatriados forzosamente, según datos de The Objetive. Por otro lado, resulta difícil evaluar el nivel de bienestar que logran alcanzar las personas migrantes que se regularizan y reubican en Europa, dadas las estrictas condiciones impuestas por la Ley de Extranjería para la extensión de su estancia como migrantes regulares. Aunque organizaciones humanitarias como la Cruz Roja y ACNUR desempeñan un papel crucial en la asistencia a las personas migrantes, la decisión final siempre recae en los gobiernos.