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Un Paseo por el Borne: un mensaje esperanzador y crítico a la industria cinematográfica

  • Foto del escritor: Joaquin González
    Joaquin González
  • 6 ago 2024
  • 3 Min. de lectura
La ópera prima de Nick Igea, Un Paseo por el Borne, explora la frustración y el desencanto, arrojando luz sobre estas oscuras emociones. Ambientada en un entorno de cineastas, la obra refleja como las vicisitudes de la vida líquida, el desamparo del individualismo y las exigencias del mercado conducen hacia la negación y el bloqueo artístico.  


El primer largometraje de Nick Igea rinde homenaje a su ciudad natal, Palma de Mallorca, donde inmortaliza el Paseo del Borne en varias escenas. En estas, el protagonista Rodolfo Sancho (Martín) y la actriz Tábata Cerezo (Marina) caminan durante la noche mientras charlan sobre sus cosmovisiones de la vida. Además, el reparto cuenta con importantes figuras del cine español, como es el joven actor Roque Ruiz (Raúl), que este año, aparte de participar en esta película, ha estrenado dos papeles más en las series Muertos S.L. y Clanes, para Movistar + y Netflix, respectivamente. También se destaca la excelente interpretación de la veterana actriz Ruth Gabriel, ganadora de un Premio Goya a la Mejor Actriz Revelación en 1995, por su trabajo en Días Contados, y con la colaboración especial de Natalia Verbeke, galardonada con dos Premios Ondas a la Mejor Actriz y Mejor Intérprete Femenino en Ficción Nacional en 2002 y 2010.        


El filme se presenta como un remedio terapéutico para quienes sufren el mal de la desilusión y el desencanto, un problema frecuente para los cineastas novatos o desconocidos, dadas las dificultades que acarrea un proyecto cinematográfico hasta su finalización. Muchos de estos trabajos se abandonan por falta de apoyos económicos. Un Paseo por el Borne es un mensaje de esperanza para quienes se sienten fracasados, iluminando la posibilidad de un camino transitable hacia la realización y la satisfacción. Estas metas, que en un principio parecen inalcanzables en un horizonte lejano, pueden contemplarse cada vez más cerca hasta palparlas, siempre y cuando dispongamos de confianza en nosotros mismos y en quienes nos rodean. Un mensaje pueril e ilusorio para un mundo excesivamente mercantilizado, donde es sabido que el factor suerte, la disposición de capital o la posesión de una potente agenda de contactos pueden situarte en una posición más ventajosa frente a la competencia. No obstante, esta obra valora y premia a los representantes de grandes entidades de la industria del cine que saben apreciar el trabajo artístico y genuino de los creadores cinematográficos. Una idea bien intencionada y admirable.


Fotograma de la película. Escena en el Paseo del Borne de Palma de Mallorca.


Entre tanto, ¿quién debería guiar las tendencias? ¿La industria o los consumidores? Podría decirse que en la mayoría de los casos los hacen los consumidores, ejercen su libre elección y disfrutan de la oferta a su antojo. Sin embargo, cuando los gustos se generalizan, la riqueza generada por estas demandas tiende a no diversificarse, produciéndose así el control y el monopolio de unos géneros sobre otros, lo cual resulta, en última instancia, perjudicial.    


Por otro lado, el individualismo predominante en la sociedad contemporánea en la que vivimos, sus descontentos postmodernistas y las tendencias de mercado son males endémicos que suelen desembocar en depresión y anulación de los talentos de las personas. Estos problemas son casi siempre reparables con bienes no económicos, bienes de naturaleza humana como es el amor, la empatía y la solidaridad. Actos ligados a sentimientos que la evolución de las sociedades neoliberales ha vinculado a un sistema de valores similares a los económicos, revirtiendo el significado de solidaridad al de gratuidad. Esta película muestra en su inicio a una persona aislada y apática, cuyos rasgos de personalidad han sido moldeados por la destrucción de sus sueños a manos de una industria que se rige por el número de ventas, donde el aspecto artístico y cultural pasa a un segundo plano. El carácter de Martín irá transformándose a lo largo de los 111 minutos de metraje gracias al aprecio de sus nuevos amigos y el buen criterio de la industria cinematográfica, aunque no será un camino fácil.  


De izda. a dcha. Natalia Verbeke, Nick Igea y Rodolfo Sancho. Por Diario de Mallorca.


La obra de Nick Igea lanza distintas reivindicaciones de carácter social. Por un lado, visibiliza las consecuencias negativas de una industria que menosprecia el talento y el buen cine, dando prioridad a aquellos proyectos que garantizan ingresos. Por otro, añade importancia a la necesidad de fortalecer vínculos y apoyarse desinteresadamente entre personas. En definitiva, es una película recomendable para todos los públicos, especialmente para los amantes del cine. La película está repleta de momentos metacine, mostrando el proceso de elaboración de un proyecto cinematográfico en todas sus fases, y ofrece una imagen bastante fiel de lo que conlleva este tipo de creaciones.                       

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